El origen de Reblochon comenzó en el siglo XIII, en los pastos de montaña de los valles de Thônes, con una incursión clandestina. En aquella época, los propietarios de la tierra, generalmente monjes o nobles, tenían derecho de propiedad sobre los campesinos que explotaban los pastos de montaña. Esta tarifa se cobraba una vez al año y se basaba en el número de tinajas de leche producidas en un día por el rebaño. De esto se deducía la cantidad de mantequilla y de queso que podían dar. Por tanto, los campesinos pagaban a su propietario la cantidad de leche producida en un día.
En el momento de la inspección, el granjero practicaba ingeniosamente un ordeño incompleto para pagar menos alquiler. Tan pronto como el controlador marchaba, procedía con un segundo ordeño. La leche así obtenida era sin duda no muy abundante, pero sí muy rica en nata, ideal para hacer queso.
Reblochon debe pues su nombre a este pequeño fraude, llamado localmente “Rebloche”, porque en dialecto “Re-blocher” significa ordeñar o pellizcar por segunda vez las ubres de la vaca.