Los componentes de la leche: el secreto detrás de cada queso artesano

imagen del proceso de elaboración de leche

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La alquimia quesera: transformar leche en oro gastronómico

La elaboración del queso es, en esencia, un arte de concentración y transformación. Los maestros queseros, herederos de una tradición milenaria, persiguen un objetivo tan simple de enunciar como complejo de ejecutar: obtener el máximo rendimiento de cada litro de leche sin sacrificar un ápice de sabor o calidad.

En este proceso, cada componente de la leche juega un papel fundamental que determinará no solo la personalidad organoléptica del queso resultante, sino también su rendimiento económico, algo esencial para la sostenibilidad de las pequeñas queserías que revitalizan nuestras zonas rurales.

Del líquido al sólido: ¿qué queda en la cuajada?

Cuando observamos el proceso de elaboración de un queso, asistimos a una verdadera metamorfosis de la materia. Durante el escurrido, momento crucial en el que se separa la cuajada (fase sólida) del suero (fase líquida), comienza a definirse lo que será nuestro futuro queso.

Para dimensionar esta transformación, veamos qué ocurre con cada componente presente en un litro de leche de vaca después del escurrido:

ComponenteCantidad en 1 litro de lechePorcentaje que queda en la cuajada
Agua880gEntre 3% y 25%
Lactosa50gPrácticamente 0% (se transforma en ácido láctico)
Grasa34-40gEntre 80% y 96%
Proteína32-35gEntre 92% y 96%
Minerales7-9gEntre 5% y 20%


Además de estos componentes, en la cuajada persiste una proporción variable de flora microbiana y enzimas, elementos decisivos para el desarrollo de los aromas y sabores durante la maduración. El resto de ingredientes pasan al suero, un subproducto valioso que tradicionalmente ha tenido diversos usos en la gastronomía y la cosmética.

Un dato que muestra la magnitud de esta concentración: para elaborar 1 kilogramo de queso se necesitan, de media, unos 10 litros de leche.

Las proteínas: la estructura que sostiene el queso

Si tuviéramos que elegir un componente estrella en la elaboración quesera, ese sería sin duda las proteínas, particularmente un tipo específico: las caseínas.

Las proteínas de la leche se dividen en:

  • 20% de proteínas solubles (que se pierden en el suero)
  • 80% de caseínas (que forman la estructura del queso)

Las caseínas son las verdaderas arquitectas del queso: precipitan durante la fase de acidificación bajo el efecto del cuajo y en presencia de calcio, formando una red tridimensional unida por puentes de calcio que constituye la cuajada. Durante la maduración, estas proteínas serán degradadas por las bacterias (proceso conocido como proteólisis) y reducidas a aminoácidos, generando sabores y aromas característicos.

Un alto contenido proteico en la leche se traduce directamente en:

  • Mayor rendimiento quesero
  • Cuajado más rápido
  • Gel más firme
  • Mejor retención de componentes valiosos

Por el contrario, leches con bajo contenido proteico presentan problemas durante la elaboración:

  • Dificultades en el escurrido
  • Contracción más difícil de la cuajada (sinéresis)
  • Pérdida de granos de cuajada en el suero
  • Textura demasiado blanda

Como curiosidad, las caseínas tienen aplicaciones que trascienden lo gastronómico: en regiones francesas como Charentes-Poitou, tradicionalmente se han utilizado para fabricar botones de alta costura, colas de madera e incluso placas de identificación para quesos, mostrando la versatilidad de este componente lácteo.

La grasa: flexibilidad y sabor en cada bocado

El contenido graso de la leche, técnicamente denominado materia grasa (MG), es el responsable de aspectos cruciales en el perfil sensorial del queso:

  • Aporta flexibilidad a la masa, ya que retiene una cantidad significativa de agua
  • Enriquece el sabor a través de la lipólisis (descomposición de los glóbulos grasos por enzimas microbianas)
  • Captura aromas externos durante la maduración

Sin embargo, una concentración excesiva de grasa puede generar problemas de drenaje debido a su capacidad para retener agua. Este equilibrio entre grasa y humedad es el que determina la textura característica de cada variedad de queso, desde los más cremosos hasta los más firmes y secos.

Los quesos con mayor contenido graso suelen presentar pastas más untuosas y flexibles, mientras que aquellos con menor proporción de grasa tienden a mostrar texturas más firmes y compactas.

La lactosa: el combustible de la fermentación

La lactosa, o azúcar de la leche, cumple una función esencial aunque indirecta en la elaboración quesera. Este disacárido sirve principalmente como alimento para los microorganismos fermentativos, que lo transforman en ácido láctico durante la etapa de acidificación.

Esta transformación tiene dos beneficios fundamentales:

  1. Protección natural contra patógenos: pocos gérmenes nocivos pueden desarrollarse por debajo de un pH de 4,5, convirtiendo la acidificación en un método de conservación ancestral.
  2. Favorece la coagulación: la acidificación potencia la acción del cuajo, mejorando el proceso de formación de la cuajada.

La casi totalidad de la lactosa original se pierde en el suero o es transformada durante la fermentación, lo que explica por qué muchos quesos madurados pueden ser consumidos por personas con cierta intolerancia a la lactosa.

El calcio: los puentes invisibles que dan consistencia

En la leche existen dos formas de calcio, distribuidas aproximadamente en:

  • 35% de calcio soluble
  • 65% de calcio insoluble

Para la formación de una buena cuajada, dependemos fundamentalmente del calcio insoluble, ya que el soluble se pierde en el suero. Este preciado mineral crea puentes entre las moléculas de caseína, otorgando consistencia y firmeza al gel quesero.

Un aspecto importante a considerar es que el enfriamiento prolongado de la leche (más de 24 horas) modifica la relación entre ambos tipos de calcio, convirtiendo parte del insoluble en soluble. Por esta razón, la industria quesera, que suele almacenar la leche durante varios días, recurre a la adición de cloruro de calcio para restablecer el equilibrio original.

Sin embargo, en las producciones artesanales, donde la leche se procesa generalmente entre 12 y 24 horas después del ordeño, no suele ser necesaria esta adición, preservando así la naturalidad del producto y evitando el amargor que puede aportar un exceso de cloruro de calcio.

La danza de los componentes: un balance delicado

Lo fascinante de la elaboración quesera es que todos estos componentes interactúan entre sí en un equilibrio delicado y complejo:

  • La acidificación desmineraliza: reduce la cantidad de calcio disponible, resultando en cuajadas ácidas, blandas y quebradizas, ricas en agua y más difíciles de cortar. Este perfil da origen a quesos del tipo San Marcelino.
  • Una cuajada menos ácida: conserva más minerales, generando masas más firmes y flexibles, como las que encontramos en quesos tipo raclette.

En última instancia, lo que definirá la personalidad de cada queso será la proporción final de agua, grasa y caseínas que permanezcan en la cuajada tras el proceso de elaboración.

El maestro quesero: director de esta orquesta bioquímica

Detrás de cada queso artesano hay un maestro quesero que, como un director de orquesta, conoce las particularidades de cada componente y sabe cómo manipularlos para obtener el resultado deseado. Este conocimiento, fruto de la experiencia y la tradición, se complementa hoy con la comprensión científica de los procesos implicados.

Los queseros artesanos de BuenosQuesos dominan este arte de equilibrios, trabajando siempre con leches de primera calidad y respetando los tiempos naturales de cada proceso. El resultado son quesos con personalidad propia, que reflejan tanto el saber hacer de sus creadores como la calidad de la materia prima utilizada.

Conclusión: cada queso, un universo único

La próxima vez que degustes un queso artesano, recuerda que tienes entre tus manos el resultado de una compleja alquimia natural. Cada uno de sus componentes ha jugado un papel fundamental en su creación, desde las proteínas que le dan estructura hasta la grasa que aporta cremosidad y sabor.

Esta composición única, junto con la labor de las pequeñas queserías que mantienen vivos métodos tradicionales, es lo que hace de cada pieza un universo de sensaciones irrepetible.

En BuenosQuesos nos enorgullecemos de trabajar con productores que comprenden y respetan estos principios, ofreciéndote quesos que son mucho más que un alimento: son la expresión viva de un conocimiento ancestral que conecta naturaleza, ciencia y tradición.

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